domingo, 6 de junio de 2021

PRIMEROS PASOS

La desigualdad existe en todas las sociedades, y hace referencia a muchos aspectos diferentes: condición social, edad, etnia, de género. Particularmente, en lo que respecta al género, Naciones Unidas con el apoyo de los gobiernos, está intentando que mundialmente se alcancen ciertos objetivos encaminados hacia la igualdad.

España es uno de los países que participa en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo nº 5 es la Igualdad de Género (https://www.agenda2030.gob.es/objetivos/objetivo5.htm). Sin embargo, el pasado mes de febrero los diarios digitales españoles publicaban el siguiente titular "CCOO acusa al Gobierno de "esconder" la brecha salarial en la Administración" (https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11064907/02/21/CCOO-acusa-al-Gobierno-de-ocultar-la-brecha-salarial-en-la-Administracion.html). En esta noticia se intenta visibilizar que las desigualdades se encuentran en todos los ámbitos, inclusive, en el propio gobierno, a pesar de sus Planes de Igualdad. Esto hace evidente la dificultad que existe a la hora de aplicar los programas, y su control posterior. El problema que dan a conocer, intenta enfrentar tanto la diferencia salarial en cuanto a comparativa horizontal, como el llamado "techo de cristal", ya que al parecer mayor número de hombres que de mujeres, cobran mayor productividad y desde el punto de vista vertical también son por mayoría hombres los que ocupan puestos de trabajo con niveles más altos (y por lo tanto superior remuneración).

Por mi parte, aunque es cierto que veo desigualdades en muchos niveles, realmente en el salarial, horizontalmente, hace mucho tiempo que no lo he detectado, quizá se hace de modo más sutil: "es porque la otra persona trabaja más", "es porque aún estás aprendiendo, más adelante". Sí que es evidente la dificultad añadida que tienen las mujeres para ocupar cargos altos en cualquier materia, excepto en las "que les corresponden" por razón de sexo. La socialización tiene mucho que ver. Desde pequeños nos hacen ver y creer que cada sexo tiene unas "capacidades innatas" que se proyectan en la forma de hacer algunas cosas, como son que la mujer atiende mejor la casa, los niños y hace mejor cualquier trabajo social y que necesite sensibilidad; mientras el hombre realiza mejor las tareas directivas y de liderazgo, además de las de fuerza y las que son públicas. Aunque esto no tiene que ver con la realidad, sino más bien con la cultura y la sociedad en la que nos desarrollamos, marca de manera profunda a cada persona, polarizando las relaciones hasta tal punto de producir enfrentamientos entre dos sexos que verdaderamente no son antagónicos, sino complementarios.

Las generaciones futuras se merecen una oportunidad de cambio, y nosotros debemos servir de palanca que impulse el salto hacia la visión general de la PERSONA, donde se valore lo que de manera cierta cada uno es capaz de hacer por sus aptitudes (que no solo son innatas, sino la mayoría aprendidas o mejoradas por medio de entrenamiento). Por ello, debemos no solo apoyar con las políticas gubernamentales, sino implicarnos fuertemente toda la sociedad para que desde las familias, pasando por las escuelas y continuando por los puestos laborales, se fomenten los valores que superen las diferencias de género. Nuestros hijos y nietos nos lo agradecerán.


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